¿A tu michi parece que le vale lo que dices? Tranquilo, no es así. Aunque la fama de independientes les precede, los gatos sí se pueden entrenar. Con paciencia, cariño y algunos trucos, puedes convertir a tu peludo en un maestro Jedi del buen comportamiento.
¿Por dónde empezar?
- Piensa qué quieres que aprenda tu gato. ¿Quieres que use el rascador? ¿Que venga cuando lo llamas? ¿Que no se suba a la mesa? Empieza con cosas sencillas y ve subiendo el nivel poco a poco.
- Busca un sitio tranquilo. Adiós a las distracciones. Tu gato debe estar concentrado en la misión, no en la mosca que pasa por la ventana.
- Ten a mano premios. Galletas, juguetes… ¡lo que más le guste a tu michi! Un caricia también puede ser útil para recompensar en el momento exacto en el que hace lo que quieres.
Consejos para no perder la cabeza:
- Sesiones cortas. Los gatos son como los niños: se aburren rápido. Empieza con 5-10 minutos y ve aumentando poco a poco.
- ¡Premios a discresion! Cuando tu gato haga lo que quieres, dale un premio y un buen mimo. Verás como lo repite más rápido que un ninja.
- Paciencia y constancia. No te desanimes si no lo aprende al primer intento. Sigue intentándolo y verás como al final lo consigue.
- Nada de castigos. Los gatos son sensibles y no responden bien a los gritos o los golpes. Mejor el refuerzo positivo, que siempre funciona mejor.
¿Qué puedes enseñarle a tu gato?
- Usar el rascador. Dile adiós a los muebles arañados. Ponle un rascador bien perron y cuando lo use, ¡premio al instante!
- Sentarse a la orden. Sujeta un premio delante de su nariz y muévelo hacia arriba. Cuando se siente, ¡zas! Premio y palabras bonitas.
- Venir cuando lo llamas. Llámalo con voz alegre y enséñale un premio. Cuando se acerque, ¡más premio y más caricias!
¡Recuerda! El entrenamiento debe ser divertido para ti y para tu gato. Disfruta del proceso y celebra cada pequeño avance. ¡Verás como tu relación se fortalece y tu gato se convierte en el mejor compañero del mundo!